lunes, 18 de julio de 2011

LOS HERMANOS VILLAPLANA. ROCK'N'ROLL EN FAMILIA


No ,está documentado en American Graffitti que el personaje de John Milner tuviera hermanos. Y si ellos compartían con él su pasión por el rock'n'roll. Pero en casa de los Villaplana entró un día esta música por la ventana y se quedó para siempre. Johnny, Eddie y Michel llevan desde finales de los 70 viviendo los ritmos de los 50.

El primero en caer, como suele suceder en estos casos, fue Johnny, el mayor. "Yo empecé a escuchar esta música en el 77. Entonces vivíamos en Bochum, Alemania. Al año siguiente, recuerdo que se estrenó la película Grease, que entonces fue una revolución", cuenta de sus primeros años como rockero. "Fui yo quien les inyecté a ellos el veneno del rock'n'roll".

El hecho de vivir en Alemania les facilitó el acceder a esta música en un momento en que no tenía mucha presencia en las emisoras españolas, ni tampoco era sencillo encontrar discos en las tiendas. Al menos, en una ciudad como Castellón. "Recuerdo que vine de visita en el 84 con tres discos. Uno de Dion, otro de Fabian y otro de Frankie Avalon y la peña flipaba con ellos porque aquello aquí no se veía entonces", señala Michel.

Johnny fue el primero en trasladarse definitivamente a España. Aquello ocurrió en el 82. "Un año antes, había venido en verano y en un concierto de Alaska y los Pegamoides en Oropesa vi que había otro rocker. 'Mira, un ted', pensé. Nos pusimos a hablar y era Pauly", recuerda Johnny de lo que fue su primer encuentro con Paulino Rodríguez, conocido como Rockin' Pauly. Este fue guitarrista de la primera formación de los castellonenses King Crueles. Más tarde, ya con la sede en Valencia, lideraría los Rock'n'Bordes, una de las bandas punteras del rockabilly nacional en los 80 y primeros 90.

Esta anécdota da pie a rememorar como, a principios de la década de los 80, empiezan a formarse los primeros núcleos y pandillas de rockers en Castelón. A Johnny y Pauly se les van uniendo otros: Johnny King Cruel, Fernandito (Be bop Nando), Carlitos, Arturo, el Yankee, el Biempe,... "Ese mote se lo puso Pauly. De 'bien peinado', que iba siempre con el tupé impecable", apunta el mayor de los tres hermanos. También salen a relucir los locales a los que iban. "El Mow, la Guagua, el Luis, el Novamás, que lo llevaba el hermano de Lolo..."

La conversación se aleja de lo que son preguntas y respuestas. Además, coincide con que es el cumpleaños de Michel y este sale a la terraza con un plato de sepia a la plancha y otro de bravas. Es el momento de aprovechar para preguntarles por su actividad musical. Eddie y Michel tocan juntos en los Rock a Toms, una banda que lleva en activo en Castellón desde 2008. "Empezamos a tocar los dos en Alemania, yo tuve un grupo que funcionó durante unos tres años en Alemania que se llamaban los Boppin' Cats", interviene Eddie. Entonces aún no tocaban juntos, ya que Michel, el más joven, montó otro grupo llamado Be Bop Kids. "A principios de los 90 grabamos algunos temas juntos. Pero hasta que no vinimos ya los dos a España no encontramos gente para completar el grupo", explica Michel. "Primero con Arturo al contrabajo y Goffer [quien fuera batería de los primeros King Crueles]. Ahora Goffer vuelve a estar con nosotros. Queremos hacer más temas propios. La idea es hacere rockabilly, pero con un estilo más personal", añade el menor de los hermanos. Anuncian también la intención de entrar a grabar en octubre.

Pero la afición por la música y su práctica no es la única vinculación de los hermanos Villaplana con la cultura rockera. "En el 94 abrí Tattoo Fantasy, que fue el primer estudio de tatuajes que hubo en Castellón. Ahora lo lleva Eddie, porque yo tuve que dejarlo por motivos de salud", señala Johnny. Actualmente, ha bajado algo la actividad en el mismo. "Se nota la crisis, eso es cierto", lamenta Eddie.

Johnny aprovecha para hablar de su gran pasión como aficionado a la música. "Lo mío es el doo wop. Es una música que empiezas a descubrir cosas y nunca acabas. Al principio, lo que tenías más a mano era el rockabilly. Pero una vez descubres a Dion, a Vito Picone o a Johnny Maestro, ya no paras", afirma mientras enumera algunos de los referentes del género. "Era muy difícil encontrar discos de este estilo en las tiendas cuando empezábamos en esto. Y más en España. También era difícil encontrar ropa. Recuerdo que Pauly se hizo el primer lazo vaquero con una chapa y dos balines del cetme de la mili", rememora. "O cuando vine por primera vez con unos creepers, que todos me preguntaban dónde los había conseguido", apunta Eddie.

Los tres hermanos dirigen hoy en día una asociación rockera en Castellón que tiene doble sede. Una en Castellón y otra en Alemania. Se hacen llamar Rockin' Bones. "Tiene cabida todo aquel que sienta pasión por el Rock'n'Roll clásico y una vocación de hermandad. Se trata de ir a conciertos y disfrutar juntos de la música que nos gusta", explica Johnny. "Hay quien lo confunde con un Moto Club porque llevamos un chaleco parecido, pero aquí no hay obligación de tener un vehículo. Cada uno se desplaza como le da la gana", añade Michel. Pero su actividad no se quiere limitar a la de meros espectadores de la escena en la que llevan más de 30 años. "Tenemos la intención de hacer eventos e, incluso, algún festival aquí en Castellón. Ya daremos noticias en el futuro", apostilla el mayor de los Villaplana. Pasión, desde luego, no les falta. Lo tienen demostrado con creces.

viernes, 24 de junio de 2011

SCOOBY, EL ROCKERO IMPARABLE

Disc jockey, locutor de radio, promotor de conciertos y, sobre todo, apasionado del Rock’n’Roll más clásico. Javier Guerrero, conocido como Scooby, es uno de esos personajes multifacéticos que se pasa la vida tramando cosas para divertirse y que los demás también se diviertan. Todo por amor a una música que le llegó desde muy pequeño. “Tenía siete años cuando murió Elvis y en la tele pusieron sus películas. Yo no sabía muy bien lo que estaba viendo, pero supe que aquello me gustaba”, recuerda sobre como se le introdujo en el cuerpo la neumonía rockera.

Esa enfermedad le dejaba insatisfecho en unos años en los que era complicado acceder a la música que le gustaba. “En mis últimos años de EGB, mis compañeros eran todos heavies. Pero yo tenía ya un gusto distinto. Al llegar al instituto, empecé a conocer a gente que le gustaba esto. Empezamos a compartir aficiones y, a partir de ahí, ya me quedé enganchado”, añade Javier.

Poco tiempo después nacería DJ Scooby. “Fue por pura necesidad. Yo pasé mi adolescencia y primera juventud en Jerez de la Frontera y allí, por el año 89, no había ni ambiente rockero ni bares. Para poder disfrutar de la música que nos gustaba a mí y a mis amigos, empecé a organizar las primeras fiestas. Y como nadie pinchaba, pues me puse yo. Al final acabé cogiéndole el gustillo”, explica sobre sus primeros pinitos a los platos. Ahora, Scooby es solicitado para todo tipo de saraos y fiestas de ambiente rockero. Mientras contestaba a esta entrevista, iba guardando los discos de su última sesión. “Escojo la música en función del evento que me toque. No es lo mismo pinchar en la previa de un concierto de un grupo de blues que un festival de varios grupos como el Crazy Rhythm”, aclara. De todas formas, esta labor le supone más diversión que beneficios. “En estos ambientes, somos muy poco público, por lo que los disc jockeys o los músicos no pueden vivir de esta labor. Con lo que me pagan, me cubro los gastos de desplazamiento y poco más. Y si saco unos poco euros limpios alguna vez, los reinvierto en comprar más discos”, señala Scooby.

El hogar de Javier y su pareja Yeli es un templo dedicado a la música. Estanterías llenas de discos, un piano, una guitarra, un bajo, un saxo tenor e, incluso, una batería. Hay de todo para montar un concierto allí. O para echar una mano si fallara algo a alguno de los grupos que tocan en los conciertos que organiza. “Empecé con fiestas en las que pinchaba música. Pero, poco a poco, en esas fiestas íbamos metiendo grupos de la zona. Hasta que en el 96 organicé un festival en Jerez con varios grupos y con el cantante de los 50 Tony Conn de cabeza de cartel. Pero después de eso, tuve a mi hijo y paré durante unos años hasta que me vine a vivir a Castellón y lo retomé”, cuenta Scooby. “La verdad es que cuando llegué aquí, no quería meterme en berenjenales de organizar cosas. Pero tengo la suerte de tener una pareja que comparte conmigo esta pasión, que me apoya y me incita a seguir trayendo a grupos”, observa sobre su chica. Hoy en día sigue montando actuaciones musicales, bien en Castellón, bien en Valencia. El último, a la hora de esta entrevista, había sido la formación asturiana Los Vólidos . “Depende del grupo, las condiciones y la sala, organizo en una ciudad u otra. También intento que, después del concierto, la fiesta pueda continuar a ritmo de Rock’n’Roll”, puntualiza Scooby sobre esta labor .

Pero, por si faltara poco, Scooby dirige y presenta un programa de radio Dog House Radio Show en Vox Uji Radio, la emisora de la Universitat Jaume I de Castellón. “Empecé en emisoras locales de la provincia de Cádiz a principios de los 90. Fui pasando por varias hasta que me mudé aquí”, explica. “Ya en Castellón, estuve una emisora llamada Azahar FM que tuvo que cerrar. Y, desde este curso, hago el programa en Vox Uji, donde espero continuar el tiempo que haga falta”. Su espacio en las ondas es todo un magazine semanal donde no sólo pone música, sino que entrevista a personajes relacionados con el Rock’n’Roll y tiene un mini espacio monográfico sobre algún tema musical concreto. “Hago también un apartado de noticias relacionadas con la escena rockera y una agenda cultural de eventos relacionados con la misma en Castellón y Valencia, así como informo de los principales festivales en España”, añade sobre su labor radiofónica.

Javier conoce distintos ambientes rockeros de la geografía española. Y no sólo porque ha vivido en Jerez y en Castellón, sino porque suele moverse por festivales y fiestas con bastante asiduidad. Por ello, su visión sobre como se vive en La Plana siendo un John Milner es bastante importante. “Es una ciudad pequeña, donde nos conocemos todos y las relaciones entre los que andamos por aquí es bastante buena. Pero también lo suficientemente grande como para que, si se monta algo, haya una buena representación de aficionados al Rock’n’Roll”, observa. “De aquí han salido numerosos grupos ya desde los años 80, con los King Crueles. También han estado los Flying Hepcats o, actualmente bandas como Los Dalton, Patri & the Screams o Los Rock-A-Toms. También han venido mucha gente de fuera a tocar aquí y siempre se han ido encantados”, subraya Scooby.

Algunos de esos grupos, han venido porque él los ha traído. Como los ahora aclamadísimos Charlie Hightone & the Rock It’s, que han paseado su rockabilly por Europa y los EEUU después de estar en la provincia gracias a él. “Por aquella época en que montaba todos los meses un concierto en Vila-real, se armaron muy buenas fiestas. Recuerdo especialmente cuando vinieron Anabel & the Rock-a-bells, porque me quité la espinita de ver en directo a la gran Anabel Moreno. En aquel festival que monté en el 96, me fallaron a última hora The Lone Shots, su grupo de entonces, y con este concierto me pude desquitar”, apostilla.

lunes, 20 de junio de 2011

UN SUEÑO SOBRE CUATRO RUEDAS

John Milner, por un día, ha dejado aparcado su Hot Rod amarillo y se ha ido a dar una vuelta con Andrés Villalón, más conocido como Weler (explicar los motivos de su apodo darían para un artículo en sí mismo, así que lo obviaremos), y su Packard Clipper del 55. Un automóvil gigantesco que atrajo las miradas de propios y extraños en el pequeño paseo que este redactor y su feliz propietario dieron mientras se elaboraba este reportaje.

Los coches grandes son uno de los íconos por excelencia de los años 50. Los modelos de aquellos años simbolizan como ninguna otra cosa el “sueño americano”, y en Castellón se pueden encontrar varios modelos de ese tipo. Pero, de momento, a nadie le queda tan bien conducir uno como a Weler, por su implicación desde hace largos años con el Rock’n’Roll clásico. Por este motivo, escoge la mejor música ambiental posible para su vehículo. Durante nuestro periplo, por ejemplo, sonó Johnny Cash en el CD. Este reproductor es la única concesión a la modernidad que le ha puesto.

“La idea surgió cuando un grupo de amigos nos fuimos al Viva Las Vegas, un festival sobre los años 50 que se celebra allí anualmente y flipamos con la concentración de coches que hay allí. Hicimos una promesa los que fuimos de que teníamos que hacernos cada uno con un carro de estos”, explica. Y así se pusieron manos a la obra de forma que de los cuatro que allí estuvieron, sólo falta uno. Uno tenía ya un Ford Mustang y Ángel el Búho se hizo con un Chevrolet del 59. Andrés consiguió este modelo por un vendedor de Barcelona, especialista en este tipo de automóviles. “Me lo trajeron de Bélgica. Al principio era verde y blanco, pero yo le he ido cambiando piezas y el color para personalizarlo. Mi idea era hacerme un coche rockero”, señala Andrés.

Un coche de época importado y que tiene matrícula histórica tiene varios privilegios. Se paga menos seguro y está exento del impuesto de matriculación. También es inútil buscarle cinturón de seguridad porque, si no lo llevaba de serie, no es obligatorio. “Pero a cambio, requiere mucho gasto de mantenimiento. Cualquier cosa que le falle, cuesta conseguir repuestos. Y gasta el triple de gasolina que uno actual”, apunta Weler. Eso sí, el combustible es el normal que se puede conseguir en cualquier gasolinera a 95 o 98 octanos. Pero claro, su motor con 8 cilindros en V y sus 5.800 centímetros cúbicos, así como los 240 CV de potencia requieren “darle de comer” a menudo.

Los gastos, no obstante, pueden compensarse con unos ingresos extra. “De vez en cuando, me llaman para hacer alguna boda. Recojo a los novios tras la ceremonia y los llevo al banquete. Durante el trayecto les pongo baladas de Elvis para darles ambiente”, cuenta Andrés. En todo caso, esta labor es eventual y no la plantea como un negocio. “Es un extra que viene bien, pero hacer bodas y demás no compensa la inversión en un coche así. Te lo compras por pura satisfacción”, añade. Otra salida económica sería alquilarlo como atrezzo cinematográfico, pero en Castellón hay poco mercado. “En Madrid y Barcelona sí que hay salida para cine y televisión, pero aquí no”, aclara. La inversión que se ha de hacer en un coche así, la calcula en unos 25.000 euros. “A mi me costó más barato, pero luego tienes que invertir en reformártelo o, en mi caso, personalizarlo. Pero uno totalmente reformado puede costar sobre esa cifra. Antes de la crisis, estaban más caros”, agrega.

De momento, el Packard Clipper de Weler ya se ha estrenado en una concentración de coches de los 50. Se trata del Riverside, un encuentro de vehículos americanos antiguos ambientado con bandas de Rock’n’Roll clásico que se celebra en la localidad barcelonesa de Calafell. “Esta concentración se realizaba antes en Balaguer [Lleida], pero este año se ha trasladado a Calafell. Está cerca y es cómodo acercarse”. No obstante, prefiere dejarlo en casa cuando el festival, aunque tenga ambiente rockandrollero, no esté centrado en los automóviles. “Yo a los eventos de Rock’n’Roll voy a ver conciertos y divertirme, y un bicho así requiere que estés pendiente de él todo el rato. No es compatible con la fiesta. A una concentración sí, porque la organización lo centra todo en los vehículos y todo gira en torno a ellos”, matiza.

Pasear con un automóvil así es atraerse todas las miradas. “Al principio, reconozco que me daba un poco de vergüenza que todo el mundo me mirase, pero luego te acostumbras”. En cualquier caso, es un sueño hecho realidad para alguien como Andrés, a quien le picó el mosquito del Rock’n’Roll cuando era un adolescente. “Las películas de Elvis o cuando salían los Stray Cats en Minutos Musicales en la tele fueron las cosas que me atrajeron a este mundo. Y de ahí, hasta ahora”, recuerda. Una pasión por una música que le ha llevado a todo un estilo de vida. Incluido comprarse un coche de los años dorados de su música favorita. “¿Lo que sentí cuando lo conduje por primera vez? –hace un gesto con el brazo bastante ostensible-: ¡Rock’n’Roll!”.

jueves, 16 de junio de 2011

VESTIDAS PARA 'ROCANROLEAR'

De un tiempo a esta parte, hay un retorno a las modas femeninas de los años 50. Por la calle y en los ‘mass media’ (es llamativo el caso de algunas presentadoras de televisión), se ven chicas vestidas con ropa similar a la de hace 50 y pico años. Personajes como la modelo Dita von Teese y la cantante Imelda May han liderado un regreso al estilismo femenino de aquel entonces. Esta costumbre, en cualquier caso, la han mantenido siempre las aficionadas (y apasionadas) del Rock’n’Roll clásico. Se habla de “estética pin up. Pero eso lleva a una confusión. No todos los estilos femeninos de los 50 fueron pin up, ni mucho menos. Este fenómeno fue parte de la época y quería reflejar la sensualidad, inocencia y la belleza de las chicas de entonces, así como aprovechar su poder gráfico para poder hacer anuncios”, señala Noelia Juan, conocida como Carol Dee, cantante de Carol Dee & V59 y experta en moda y estética de los 50.

Y es que el término “pin up” significa, más o menos literalmente, “colgada con chincheta”, puesto que eran fotos o dibujos de modelos y actrices famosas que se colocaban en paredes o taquillas. Una costumbre que empezaron, en los años 40, los soldados que lucharon en la segunda guerra mundial. “Las escenas son muy variadas: vestidas para una fiesta, para la playa, de calle, vestidas con el atuendo de un trabajo (por ejemplo, bomberas, mecánicas etcétera). O, incluso, desnudas (pero nunca de modo obsceno). Todo es muy estético a pesar de que, bajo mi punto de vista, no podemos obviar el carácter sexual también. Pero es una sexualidad suave y atenuada”, apunta Noelia.

En un contexto en que esa estética vuelve a ponerse de actualidad, no resulta extraño que, en Castellón, muchas mujeres se hayan sentido atraídas por esta tendencia que recupera un sabor de hace más de medio siglo. Algunas, por una simple cuestión gusto por ese tipo de ropa. Pero otras, llegaron atraídas por la música que puso la banda sonora a los sueños que esas modelos inspiraban. Así las cosas, en esta ciudad hay dos centros de diseño de este tipo de ropa. Uno es Presumidas, el otro Cathevil. Ambos se dedican a lo mismo pero con distintos métodos, tanto de confección como de promoción de sus diseños.

“Yo soy rockera desde los seis años por la influencia de mi hermana mayor. Y me puse a diseñar por lo complicado que me resultaba encontrar ropa de mi estilo”, explica Andrea Palau, que junto a su socia, Laura Richarte, dirige Presumidas. Algo similar motivó a Cristina Rodríguez, responsable de Cathevil. “Empecé a coser cuando tenía 15 años, cuando comencé a descubrir el Rock’n’Roll, para hacerme mi propia ropa”, alega.

Una misma motivación. Sin embargo, moviéndose en un mismo mercado (centrado en la escena rockera), usan distintas formas de promocionarse y vender sus diseños. Presumidas son unas asiduas de los festivales y eventos. Allá donde pueden, van con su stand y sus productos. “Todo empezó porque había gente que nos preguntaba dónde habíamos conseguido nuestra ropa. Ante este interés, pensamos que era una buena idea comercializarla”, añade Andrea. Aparte de los stands y organizar desfiles de pases de modelos (han estado en Cibeles) o enseñar sus diseños en concursos de pin ups, convocan por toda España unos encuentros muy originales. “Las llamamos ‘tupper pin up’, al estilo de las reuniones tupper de los años 50. Generalmente, en locales y restaurantes de ambiente rockero. Allí invitamos a las asistentes a un batido de fresa y les ofrecemos un obsequio. Gracias a ellas, hemos logrados nuevas clientas”, explica. Entre sus logros más destacables, el de vestir a Anna Simón del programa Tonterías las justas.

Cristina, sin embargo, prefiere el contacto por Internet. “Voy muy poco a desfiles o a festivales para montar stands. Es un buen método para darse a conocer, pero me resulta incómodo pues muchas veces no hay probador”, justifica. También porque, a diferencia de sus vecinas, que fabrican ropa con tallas standard, ella cose a medida. “Eso me motiva a personalizar más la ropa. Por eso, antes de ponerme a preparar la pieza, consulto y hablo mucho con los clientes. Les explico como tomarse las medidas y tengo un trato muy directo con ellos, aunque sea por la red”, señala.

En cualquier caso, el objetivo que tienen como creadoras es el mismo: que quien vista su ropa se vea guapa. “Al hacer la ropa a medida, no me centro en cánones, sino que puedo crear también ropa para personas más rellenitas a fin de que se sientan sexys”, afirma Cristina que está preparando una colección de Cathevil “para gente con curvas”. Presumidas, por su parte, pretenden llegar a todo tipo de edades y buscan que quienes lleven sus diseños se sientan “elegantes, femeninas, originales y coquetas”, manifiesta Andrea.

Noelia, como consumidora de este estilo de diseños desde siempre, opina que es “positivo” que ahora se pueda conseguir más fácilmente ropa “genuina, que no es lo mismo que original”, matiza. Opina también que hay que saber diferenciar entre vestir así como una forma de vida o como una moda. “La gente nos ve con nuestros peinados y vestidos y rápidamente asocia ideas”. Pero esto es un “error”, según ella. “Si nos comparasen con una de estas chicas pin ups modernas es muy probable que dijeran que nosotras vamos vestidas a la antigua”, afirma para diferenciar entre la tendencia actual y las rockeras de pura cepa.

Cathevil y Presumidas encuentran la inspiración en cualquier parte. “Se me ocurre un diseño y lo plasmo en la tela en cuanto me viene”, manifiesta Cristina. Andrea también suele cazar las ideas al vuelo. “Pueden llegar en cualquier momento, viendo una película o, incluso, soñando. Siempre llevo un bloc para dibujar cualquier cosa que me venga a la cabeza”, explica.

Ambas son conscientes de que la estética de los años 50 está de moda. Pero no renunciarán a seguir diseñando en este estilo aunque pueda bajar la demanda. “Nuestras clientas son, mayoritariamente, personas vinculadas al Rock’n’Roll. Pero también mujeres que les gusta un estilo clásico que no pasa de moda”, apunta Andrea, quien confiesa que “queremos hacer otro tipo de perfiles de ropa más comerciales pero siempre con vinculación con los años 50”. Cristina, por su parte, aclara que ya hace cosas de otros estilos. “Estoy abierta a todo, aunque lo que más me gusta es esto”, agrega.

También tienen claro que esta tendencia por la ropa de tipo ‘retro’ tenderá a disminuir, aunque cuentan con la fidelidad de un público rockero que seguirá interesado por lo que tanto Cristina como Andrea y Laura puedan ofrecer. Noelia agradece, en cierto modo, esta moda porque “se pueden conseguir cosas muy chulas a un precio asequible”. Ella ya lleva tiempo manteniéndose siempre fiel a su estilo. Un estilo en el que cree firmemente: “Cada cierto tiempo, las tendencias de la moda varían, de manera que es seguro que el año que viene ya no se lleve lo pin up. Lo que sí es cierto es que, en altas esferas de la moda, hay mucho diseñador enamorado de los años 40 y 50 y esto se ve regularmente en sus patrones. Y digo yo que por algo será”.




Reportaje de Canal 9 sobre un desfile de Cathevil. Fuente: youtube

Untitled from Lorenzo Millo on Vimeo.



Desfile de Presumidas. Fuente: Presumidas

Fotos cedidas por Presumidas y Cathevil

lunes, 30 de mayo de 2011

ÁNGEL, 'EL BÚHO'. ROCK'N'ROLL EN LA PIEL

El mundo del Rock’n’Roll clásico siempre ha tenido relación con el tatuaje. Muchos rockeros ha lucido y lucen emblemas en su piel. Pero no cualquier tipo de tatuajes. Los diseños más tradicionales y artísticos han sido los motivos más habituales entre músicos y aficionados a este tipo de música. Los rockeros de Castellón no son menos en ese aspecto. Y tienen la fortuna de tener aquí a uno de los profesionales más reputados del país. Ángel Granell, alias ‘el Búho’, lleva ya años decorando las pieles de los amantes del rock primitivo de Castellón. Pero también han venido a verle visitantes de toda España que saben que un ‘tattoo’ del Búho siempre es digno de lucir.

Ángel ha tenido siempre facilidad para el dibujo. “Las letras y los números no son lo mío”, confiesa. Pero su habilidad para los trabajos manuales, su buen trazo y su espíritu creativo le han llevado a ser lo que es. Empezó un poco de casualidad. O a causa del entorno callejero en el que creció, en pleno barrio de La Guinea en Castellón, donde sigue teniendo su estudio. “Yo empecé a pinchar con 13 años a los colegas de la calle. Entonces hacía dibujos muy sencillos y los hacía a mano”. También, con 19 años, se fue a hacer la mili en la Legión, donde tatuó a sus compañeros de armas. Recuerda que fue por entonces cuando se fabricó su primera máquina con un radiocassette. “Era casera, pero gracias a ella ya empecé a poder hacer trazos más finos y a estilizar mis dibujos”.

Autodidacta, explica que su evolución se desarrolló al tiempo que la cultura del tatuaje en España. “Yo he ido creciendo a medida que la gente empezaba a demandar mejores dibujos. En los 80, valía con hacer un corazón y poco más. Pero ahora no sirve cualquier cosa”. También, hoy en día, los clientes buscan mayor personalización. “Antes se tiraba más de catálogo y diseños ya predefinidos, pero ahora muchos traen la idea en la cabeza”. No obstante, no todo es factible. “Muchas veces hay que guiar al cliente y convencerle de lo que puede quedar mejor, aunque sea cambiando su concepto inicial. Se trata de hacer el mejor trabajo posible dentro del gusto de cada uno”, observa.

También se ha ampliado mucho el perfil de público. “Antaño el tatuaje se relacionaba más con el ambiente de la calle y con los legionarios. Pero ahora se pinta todo el mundo. Médicos, abogados, policías… Por aquí pasa todo tipo de gente”, señala el Búho respecto a su clientela. Y, por supuesto, rockeros. “No vienen muchos porque no hay muchos. Pero los que son, vienen por aquí”. En todo caso, matiza que los tipos de diseño preferidos por los amantes del R’n’R también son los más demandados hoy en día por el público en general, “junto a los japoneses”. Y también añade los artísticos o de retrato, que se suelen decorar con otro tipo de motivos. “Generalmente no se suelen mezclar mucho los estilos. El que está muy en desuso últimamente es el tribal”, apunta.

Desde 50 euros se puede tener un tatuaje muy sencillo. “Es un mínimo porque preparar las cosas para ponerse a tatuar tiene un coste. A partir de ahí, el límite del precio lo pone el consumidor según lo que quiera hacerse”, señala. Le resulta imposible decir cual es el tattoo más caro que ha hecho. “Los más caros no se hacen de una vez, sino en varias sesiones. Y claro, la cosa va sumando. Pero nunca lo he calculado”, confiesa. Lo de tatuarse en varias sesiones, en cualquier caso, no sólo está motivado por distribuir el pago. “Estar más de 3 horas tatuándose resulta pesadito. Aunque también depende de la parte del cuerpo. Hay zonas menos sensibles que otras y que pueden aguantar más tiempo con la aguja”, explica Ángel sobre su labor.

El estudio de tatuajes del Búho, abierto tal y como es ahora en agosto de 2004, rezuma sabor años 50 por todos los lados. Fotos de actrices del Hollywood más glamouroso, una juke box en la que suena rock clásico a todas horas, una nevera de Coca-cola de diseño vintage, un sillón de barbero antiguo y distintos elementos decorativos que recrean la estética de los años dorados del Rock’n’Roll. Por supuesto, también hay fotos de tatuajes. “Esta decoración la elegí por gusto personal y también por darle un ambiente más cálido. La mayoría de los estudios tienen una estética más fría o más heavy. Quise darle un toque distinto”, señala.

De todas formas, Ángel no sólo tatúa en su estudio. Su arte con la aguja le ha hecho ganar premios en varias convenciones. “Ir a este tipo de reuniones no sale rentable de primeras. El precio del stand, la estancia, etcétera no se suele compensar con lo que puedes ganar tatuando allí. Pero a estos sitios no vas a ganar dinero, sino a intentar hacer buenos trabajos, conseguir premios y promocionarte”. Según cuenta, actualmente se hacen en España unas siete convenciones de tatuajes. Una de ellas, la que se hace en Castellón a principios de septiembre. “Me han ofrecido ir a tatuar en alguna en el extranjero. No lo descarto, pero hasta ahora sólo he ido como espectador”, aclara. Respecto a estos eventos de reunión, el Búho añade que “suelen ser buenos porque crean ambiente y animan a los indecisos. Han ayudado a socializar la cultura del tattoo”.

“¿Orgulloso especialmente de algún tatuaje que haya hecho? No sabría decirte. He hecho muchos. Hace poco hice un retrato de Marilyn que me gustó mucho como quedó. Y también uno de Elvis que le hice a Vicente, un rockero de Castellón”, responde a la última pregunta de este blogger.

viernes, 13 de mayo de 2011

DJ MOONWOLF LA PASIÓN NEGRA

Juan Felipe Gutiérrez Molina hubiera sido una persona normal y corriente al que sus amigos llamarían Felipón. Pero,al igual que los superhéroes de la Marvel, un hecho casual, como podría ser la picadura de un bicho, le convirtió en DJ Moonwolf. Además, su insaciable curiosidad le ha llevado a ser uno de los mayores expertos en Rhythm&Blues y música negra de los años 40 y 50 en España. También es un ávido coleccionista de discos, preferentemente singles de 45 rpm y ediciones originales de la época, y uno de los más reputados pinchadiscos en los ambientes de los aficionados al Rock'n'Roll más clásico.

Respecto a esto último, habría mucho que contar. Hoy en día, pocos son los festivales que se realizan en España dedicados al rock más primitivo que no requieran habitualmente su buen hacer a los platos. Se puede decir que es un fijo de eventos como el Screamin' Festival en Pineda de Mar (Barcelona), el Ubangi Stomp en Benidorm (Alicante) o el Big Rumble en Pravia (Asturias), así como en otros festivales, fiestas y saraos del ramo. También han sido solicitados sus servicios en el extranjero. Alemania y Reino Unido son dos de los países en los que el público ha bailado al son de las canciones que pincha. Mientras esto se edita, vuela junto a sus maletas (la de ropa y la de sus singles) a poner discos en el festival de Hemsby en Inglaterra, una de las mecas de los amantes del primer rock de toda Europa y también de fuera de ella.

En los siguientes vídeos, Felipe cuenta el porqué de su extraño apodo, y como se aficionó a la música y, concretamente, al Rock'n'Roll más primigenio y a sus raíces negras. También habla de algunos de sus artistas favoritos y su relación con su principal herramienta de trabajo, los discos. Por último, ofrece una visión de lo que le supone poner música en una escena tan minoritaria como la de los seguidores de los primeros años del Rock. Tanto a nivel de estilos y del ambiente que se cuece, así como la imposible profesionalización.
Moonwolf
es, en cualquier caso y ante todo, un aficionado repleto de pasión por lo que hace. Algo que transmite cuando pone música o, como en este caso, cuando habla con total conocimiento de causa.

MOONWOLF Y LA MÚSICA from Lorenzo Millo on Vimeo.



MOONWOLF Y LOS DISCOS from Lorenzo Millo on Vimeo.



MOONWOLF A LOS PLATOS from Lorenzo Millo on Vimeo.

sábado, 26 de febrero de 2011

A MODO DE PRESENTACIÓN


John Milner vive en La Plana nace como ejercicio práctico periodístico de la asignatura Web 2.0 y periodismo ciudadano del Master Universitario en Nuevas Tendencias y Procesos de Innovación en Comunicación que el autor de este blog realiza en la Universitat Jaume I.
Tenemos que realizar un blog de aquello que se llama periodismo ciudadano. Sin embargo, el concepto de periodismo ciudadano es muy ambiguo y puede ser interpretado de muchas maneras. Desde el transeunte que se hace cargo de un hecho noticioso, lo registra en su cámara (los teléfonos móviles de hoy en día dan mucho de sí) y lo cuenta en su blog, hasta el aficionado a un tema que crea un espacio de información especializada sobre el mismo.
¿Son esas cosas periodismo de verdad? Pues depende como se enfoquen y como se hagan. No voy a entrar a filosofar en que se diferencia un periodista a secas de un periodista ciudadano. Sino a explicar en que va a consistir este blog que pretende ser el de un periodista haciendo de periodista ciudadano en el segundo aspecto. Es decir, el del aficionado a un tema que crea un lugar para hablar de él. Eso sí, tratando de darle al máximo un enfoque periodístico.

¿Por qué este título? Los que hayan visto el filme de George Lucas American Graffitti, de 1973, recordarán el personaje que interpretaba Paul LeMat. Un chulito de la época que se pasaba el día conduciendo un llamativo coche amarillo de dos plazas con ruedas enormes. Sí, el que, al final de la película, le gana al chevrolet de Harrison Ford en una carrera. Pues ese personaje, eternamente adolescente y eternamente en los años 50 americanos, es John Milner.
La década de los 50 en los Estados Unidos ha sido todo un referente en el devenir cultural de la segunda mitad del siglo XX. Sin la música que surgió entonces, el Rock'n'Roll, no se podrían explicar los movimientos juveniles ni toda la música popular surgida después. Es cierto que ese estilo musical evolucionaría a mil variantes posteriores. Desde el Beat al Heavy Metal. Desde el Glam al Grunge. Pero todavía queda gente que admira, conserva y colecciona la esencia de como se hacía la música en aquellos años. Pero no sólo eso. También todos los motivos estéticos que le rodean: discos originales, ropa, coches, motos o tattoos son algunos de esos elementos que hacen de esta afición por el Rock'n'Roll y los años 50, algo más que un hobby. Es, desde luego, toda una forma de vida. Como podría ser la vida de John Milner.

Así pues, este blog hablará sobre los John Milner que viven en Castellón. Hay más de los que uno podría creer a simple vista. Por aquí pasarán diseñadoras de ropa de estilo retro, disc jockeys y coleccionistas de discos, músicos, tatuadores, motoristas o propietarios de coches fabulosos. Todos ellos serán tratados desde el punto de vista de otro John Milner. En este caso, el periodista que quiere hablar de lo que le gusta y dar a conocer una forma de vida que entiende como propia.
Espero que disfruten de ello


Una escena del filme American Graffitti en la que John Milner (Paul LeMat) es retado por el conductor de un Chevrolet negro (un jovencísimo y debutante Harrison Ford)